
Fecha: Del 05 de mayo al 11 de 2025
Enfoque del mes: Oración
Título: ¿Qué te preocupa? ¡ora!
Base Bíblica: Filipenses 4:6-7
Por nada estéis afanosos; sino sean notorias vuestras peticiones delante de Dios en toda
oración y ruego, con hacimiento de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepuja todo
entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros entendimientos en Cristo Jesús.
OBJETIVO: Comprender que la oración no es solo una disciplina espiritual, sino una poderosa
herramienta que Dios nos ha dado para cambiar la ansiedad por paz, fortalecer nuestro
corazón, y mantener nuestra mente enfocada en Cristo, aun en medio de las crisis. A través
de este pasaje en Filipenses 4:6-7, aprenderemos cómo la oración sincera, constante y
agradecida es el camino para vivir en la paz sobrenatural que Dios promete a los que confían
en Él.
SOLO PARA EL MENTOR DE GRUPO DEL PAZ: Apreciado mentor, el mes de mayo es el
“MES DE LA ORACIÓN” Dios nos está dando una gran oportunidad para llevar su mensaje
de amor, transformación y vida eterna a todos los que nos rodean; pare ello, Importante que
aprovechemos Esta semana a realizar cosecha en nuestro grupo de paz una gran oportunidad
para seguir ganando a alguien para Jesús.
INTRODUCCIÓN: vivimos en un mundo lleno de estrés, incertidumbre y ansiedad. Las
noticias, los problemas económicos, la salud y las relaciones personales pueden provocar
angustia profunda. Sin embargo, la Biblia no nos deja sin dirección en medio de estas
tormentas. El apóstol Pablo, escribiendo desde una prisión, nos entrega un consejo poderoso
y sencillo: “No se inquieten por nada, más bien, en toda ocasión, con oración y ruego,
presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.” (Filipenses 4:6). ¿Cómo es posible tener paz
en medio de la tormenta? La respuesta está en la oración. Veamos cómo esta enseñanza
puede transformar nuestra vida diaria.
DESARROLLO DEL TEMA: A continuación, veremos cómo Dios nos guía a tener una vida de
oración y confiar en él.
1. La oración reemplaza la ansiedad: Pablo nos llama a no estar afanosos por nada. Esto no
significa ignorar los problemas, sino enfrentarlos de manera diferente: con oración. La
ansiedad es una señal de que estamos tratando de cargar solos lo que deberíamos entregarle
a Dios. La oración no solo es una conversación con Dios, sino un acto de entrega, donde
reconocemos que Él está en control.
2. La oración debe ser constante y con gratitud: “en todo, mediante oración y súplica, con
acción de gracias”. Esto nos habla de una actitud continua y agradecida. No solo oramos
cuando hay crisis; oramos siempre. Y al hacerlo con gratitud, reconocemos lo que Dios ya ha
hecho, lo que está haciendo y lo que hará. La gratitud en la oración cambia nuestra
perspectiva y fortalece nuestra fe.
3. La oración produce una paz sobrenatural: Cuando oramos de verdad, Dios responde
con algo con lo que no siempre entendemos: su paz, esta paz no es simplemente la ausencia
de problemas, sino la presencia de Dios reinando en el corazón. Es una paz que guarda
(protege, custodia) nuestro corazón y nuestros pensamientos, que son las áreas donde más
batalla la ansiedad. Esta paz no viene del mundo, ni de una solución inmediata, sino
directamente de Dios.
CONCLUSIÓN: Filipenses 4:6-7 no es solo un consejo espiritual, es una invitación a vivir de
forma radicalmente distinta. En vez de ser esclavos de la preocupación, somos llamados a ser
personas de oración. Cuando oramos, reconocemos que no estamos solos, que Dios nos oye,
y que su paz está disponible para nosotros. La oración no siempre cambia las circunstancias
de inmediato, pero cambia nuestro interior, transforma nuestros temores en confianza, y
nuestras lágrimas en esperanza. Hoy, más que nunca, necesitamos esta clase de oración: una
oración sincera, constante y agradecida, que nos lleve a descansar en la paz de Dios, que
guarda nuestras vidas en Cristo Jesús.
OFRENDA: 2 Corintios 9:6-7 Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará
escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como
propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.
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