Tu luz, fuente de autoridad.

“Los gobernantes, al ver la osadía con que hablaban Pedro y Juan, y al darse cuenta de que eran gente sin estudios ni preparación, quedaron asombrados” Hechos 4:13

Tu autoridad refleja confianza en sí mismo y convicción. Se aprende a tener la sabiduría para lograr expresar las palabras, con pasión, con convicción, con conocimiento. Pero si no depositamos nuestra confianza en Dios, posiblemente la sabiduría no llegue de lo alto. Dios delegó en ti poder y autoridad para que lo ejerzas, empezando con algunas claves.

  1. Sea responsable.
    Si reconoces que puedes dar lo mejor, capacitarte, entregar tus conceptos sin egoísmos y aprendes a expresarte adecuadamente, lo que propiciarás es que otros vean en ti una oportunidad confiable y se acerquen incluso a considerar tu consejo.
  2. Sea humilde.
    No estamos en la situación de exigir respeto o posiciones y mucho menos el aplicar amenazas. Sea humilde para no tropezar. No sea beligerante, Dios te honrará en su momento.
  3. No hables con engaños.
    El que puedas expresarte con verdad, sin manipular los eventos, facilita que adquieras estima y reconocimiento.
    En 2 Corintios 4:2 dice “Rechazamos todas las acciones vergonzosas y los métodos turbios. No tratamos de engañar a nadie ni de distorsionar la palabra de Dios”
  4. La Palabra de Dios es quien te respalda.

El fundamento de la Palabra de Dios hace posible que hablemos Su verdad y conquistemos una autoridad genuina.

 

Estamos en medio de una guerra espiritual que requiere que tengamos autoridad. Dios la delegó en ti para que Su verdad perdure. Recuerda que no se trata de agredir, manipular o usar dicha verdad acomodada a tu requerimiento. Es tu autoridad reflejada para cumplir el propósito de hacer que la verdad de un Cristo alumbre el camino de todos. La Palabra respalda tu autoridad.

 

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