1 Samuel 16:7

Introducción: Hemos aprendido mucho acerca de las prioridades que nos generarán bendición y una vida próspera, ¿Qué tal si hoy aprendemos un poco de las de Dios? Samuel iba a ungir al futuro rey del pueblo de Dios y pensó que el más grande y fuerte debía ser el ungido, pero Dios le enseñó que ese tipo de cosas no le interesan a Él, más bien, Él se preocupa por lo que hay en cada corazón. Así es como decide si escogernos o no. ¿Cómo tener un corazón correcto para Dios? Hay muchas cosas que Dios busca en un corazón, pero hoy te presentamos 3:

1. Humildad: La palabra dice que no tengamos mayor concepto de nosotros mismos de lo que realmente somos, a nadie le gusta una persona que todo el tiempo anda creyéndose mejor que los demás, y a Dios tampoco. Siempre procuremos tener un corazón que esté dispuesto a servir, amar y aprender de los demás. Recordemos que no nos las sabemos todas.

2. Disposición: Dios no busca corazones perfectos, sino dispuestos a dejarse transformar y tratar por Él. La disposición es simplemente “querer”, no importa que no sepas qué hacer o que creas que no eres muy bueno, si tú quieres que Dios transforme tu vida y te dejas guiar por Él, ten por seguro que lo hará.

3. Santidad: La santidad no es otra cosa que mostrar que somos de Dios. Una de las formas para ser santos es cambiar nuestro modo de pensar (Romanos 12:2). No nos acomodemos a lo que el mundo diga, más bien, siempre vayamos a la palabra de Dios y hagamos lo que Él nos diga.

Conclusión: A Dios no le importa tu tamaño, tu color de piel, tu edad, ni siquiera tus errores; Dios tiene un gran deseo de usarte para cosas muy grandes y lo hará mientras tú te preocupes por tener un corazón correcto para Él. Es muy importante recordar que somos humanos y vamos a fallar, pero que en nuestras debilidades podemos decirle a Dios: “hazte fuerte en mi debilidad”. Contamos con Él.

Actividad: Pon una canción a un nivel medio-alto de volumen, y diles algo a los niños a un nivel medio-bajo de volumen. La idea es que los niños descifren lo que tú les quieres decir, enfocándose primero en tus palabras y no en la canción, aunque parezca chévere. El primero que lo logre será el ganador.

Ofrenda: Proverbios 11:24

 

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