Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. (Mateo 5:21-24)

Esta enseñanza del Señor Jesucristo, la dio directamente a sus discípulos, porque, aunque la multitud lo seguía se dirigió a ellos de manera especial (Vr.1-2). Por tanto, quiere decir que es para nosotros de manera directa, no es para el inconverso de forma especial, solamente cuando ya entrega su vida a Cristo, esta enseñanza y las demás, deberán hacer parte de ese nuevo estilo de vida, como lo es hoy para ti y para mí. Así que, no podemos pasar por alto estas advertencias que forman parte, de lo que hemos llamado popularmente “La Regla de Oro”, es decir, el Sermón del Monte, que debe ser para nosotros los hijos de Dios, de obligatorio cumplimiento.

El Señor quiere lo mejor para Su pueblo y por esa razón, siempre le está mostrando cómo actuar y cómo alcanzar las bendiciones que ha determinado para ellos; no podemos mirar para otro lado y pensar que esta orden no es para nosotros. Así que, tengamos cuidado cómo tratamos a nuestros hermanos, porque lo que les digamos o pensemos de ellos, perjudica hasta nuestra propia ofrenda, pues enojarnos contra ellos, aquí el Señor lo compara con matar, y eso atrae juicio. Mejor obedezcamos y oremos siempre unos por otros, que en estos tiempos es más urgente que nunca. Bendiciones.

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