Salmos: 101-6-7
“Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén conmigo; El que ande en el camino de la perfección, éste me servirá. No habitará dentro de mi casa el que hace fraude; El que habla mentiras no se afirmará delante de mis ojos.”
Cuando decides recibir a Dios y crees en su nombre, dejas de ser solamente creación del Señor y pasas a ser su hijo; por lo tanto, debes tomar la decisión de dejar atrás todo pasado que te acusa y ahora pasas a ser una nueva criatura  en Cristo, permitiendo que el Espíritu Santo de Dios  gobierne tu vida  y todo lo que la rodea. Ahora bien, la mirada debe estar puesta en Él. Debes guardar el corazón, tus pensamientos y permanecer firme en su palabra, no dejándote distraer con el mundo, porque todo pasa, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre, recibiendo el regalo inmerecido de la eternidad.

Cuando enfocas tu vida en Dios, le obedeces, eres fiel y limpias tu corazón de todo lo incorrecto, Dios te va a permitir  disfrutar todas sus bendiciones.

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