Los que amáis a Jehová, aborreced el mal; Él guarda las almas de sus santos; de mano de los impíos los libra. Luz está sembrada para el justo, y alegría para los rectos de corazón. Alegraos, justos, en Jehová, y alabad la memoria de su santidad. (Salmo 97:10-12)

Hoy justamente nos congregamos para alegrar el corazón del Padre, para mostrarle nuestra obediencia y también, para alegrarnos como sus hijos, porque cuando nos congregamos sentimos el impacto de su maravillosa Presencia, es como si al entrar y los hermanos de protocolo nos dan la bienvenida, fuese precisamente el Padre Dios, quien nos abriera sus brazos para decirnos: “Muy bien hijo(a), te estaba esperando”; debe ser así para cada uno de nosotros, no podemos llegar como si fuese solamente una costumbre llegar y, simplemente nos sentamos ¡y ya! Debe haber un efecto espiritual en nosotros cuando nos congregamos, no es a conversar o revisar nuestro celular, estamos en la casa de Papito Dios.

Reflexiona en esto, el Señor te ha guardado de cuántas cosas, quizás muchas ni siquiera han sido conscientes para ti, además, nos dice en uno de estos versículos, que, “luz está sembrada para el justo, y alegría para los rectos de corazón”; es verdad que quizás no sintamos que somos así, pero por el hecho de que la sangre del Señor Jesucristo está sobre nosotros, es que sí se refiere a ti y a mí, por tanto, debemos creer que así es. Por tal razón nos congregamos, y nos alegramos cuando lo hacemos, pero debemos ser intencionales al hacerlo; no lo hagas por costumbre, revístete de ese hijo del gran Rey y asiste hoy con tu familia para exaltarlo a Él, y míralo en cada hermano(a), que te rodea, y abrázale con gratitud. Bendiciones.

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